viernes, 6 de agosto de 2010

De regreso a San Francisco de Macorís

Han pasado muchos días desde mi última entrada en este blog, en primer lugar os quiero pedir disculpas a aquellos que alguna vez  leéis este sencillo blog, pero a veces las obligaciones, son mayores que las ganas de hacer cosas que de verdad nos gustan.
Hoy es Viernes, casi las diéz y media de la noche en España, no hace mucho que anocheció, me estoy tomando una cerveza bien fria mientras veo como cae el sol y empiezan a salir las primeras estrellas, las poquísimas que la polución lúminica me permite ver desde la ventana de mi casa.
Claro como no podía ser de otra manera, y como me imagino que ya os imaginaís aquellos que me conoceís, no he podido, ni he querido, el no recordar La República Dominicana, un país y una gente, que a pesar de todo lo malo que reflejo en estas páginas, me tiene robada el alma y que a pesar de todo reconozco que me encantaría regresar allí y vivir largas temporadas.
Tal vez la tranquilidad de la vida Dominicana, la cadencia y el ritmo de sus gentes tanto hablando, moviéndose, viviendo, el que en todo momento te parece estar dentro de una novela de Grabiel García Márquez, me han conquistado tanto el ama como el corazón. Es el único país y las únicas personas en donde, siéndolo más que nunca, no me he sentido extranjero.
Los que no habeís vivido la noche caribeña no sabeís como lucen allí las estrellas,con tanta fuerza y brillo que realmente "parecen que diamantes brillan sobre nosotros" (parafraseando a "Pink Floyd").
En el negro espejo de mar caribe las luna y las estrellas se reflejan de tal manera que no sabes donde está el cielo si arriba o abajo.
Me muero de ganas de acampar en la playa y hacer una pequeña hoguera  donde asar pescado y reír y charlar con aquellos seres que dejé allí y que amo de todo corazón.
Pero como siempre el tiempo no se detiene y llega el día y el momento de regresar.
Insisto en que para el Europeo que vaya a la Hispaniola creyendo que tiene que ver algo con esto está muy equivocado.
Cuando sales de la zona de resorts y tomas "el camino de Santiago" crees que te vas a encontrar una ciudad del tipo Bilbao, Gijón , Valencia o Lisboa , nada más lejos de toda realidad o ensoñación.
La vía principal que atraviesa la población nos deja entrever una ciudad grande, pero nos muestra toda la miseria y abandono de ese hermosisimo país, no dudo que en Puerto Plata, que dispone de aeropuerto internacional, existan barrios y rincones dignos del encanto colonial, andalusi o modernista que podamos encontrarnos en otros lugares de esta isla.
La Carretera es muy buena aunque hay que estar atento a las indicaciones, escasas, de las carreteras dominicanas, donde lo que más llama la atención son las paradas de autobús o los propios carteles de situación promocionado por "ron brugal". A principios de verano, como todos los años Brugal lanzó una campaña publicitaria con el lema "el ron de los Dominicanos", como comprenderéis se me encogía el corazón
De regreso en San Francisco, me empeñé en visitar el cementerio, debéis de saber que cada vez que me encuentro en una ciudad visito el cementerio, no por morbo o algo así, sino por que un cementerio dice mucho de como viven los vivos y como van a "tener su eternidad" los difuntos.
De nuevo esperar algo reconocible es una quimera, las tumbas y los nichos están desordenados juntos, apilados, como si una estantería de muertos se hubiese caído y un vendaval desordenase los libros esparcidos   por el suelo, pues eso son las tumbas, los libros de las vidas de cada aquel que vivió y que repiten una y otra vez en cada volumen "recordad lo único que mata es vivir".
Me impresionó la visión de medio cráneo secándose al sol al filo de un anaquel, el tener que pisar las tumbas , tan juntas  que no hay espacio para poner un pié, y parece que se pelean por un palmo de terreno.
Me impresionó el que muchas tumbas o nichos no tenían lápida, tan sólo una capa de cemento, basto, gris con el nombre del difunto escrito en el sucio cemento con un dedo como si Dios hubiese firmado aquel libro.
Dime cómo pasarás la eternidad y te diré como has vivido.

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